Columnas Olrai

Ser colocolino

Algunos dicen que es fácil ser hincha de Colo-Colo. Y tienen razón. Se gana la mayoría de las veces, las noticias y los diarios están llenos de Colo-Colo, las camisetas se venden en todas partes, hay tazones bonitos, poleras con mensajes albos, varios libros, harta ropa, sábanas y peluches con la insignia del indio.
Ser de Colo-Colo tiene muchísimas cosas buenas, pero de las otras también.
Y como el fútbol es como la vida, hay que ser bien hombrecito y bien mujercita para disfrutarlo y aguantarlo todo. Disfrutamos a Ivo Basay como goleador, pero aguantamos al Ivo Basay DT. El Gustavo Benítez campeón y el Gustavo Benítez que llegó después. El Cabezón Espina ultra ganador y el Espina DT que se va con la cabeza gacha. El Chupete goleador y el Chupete peleador. Los estadio llenos y los estadios vacíos. Los planteles multimillonarios y la quiebra. Los triunfos de domingos a las 5 de la tarde y los empates de esos amistosos contra equipos argentinos que se jugaban en invierno los martes a las 10 de la noche. Ser colocolino te hace disfrutar la mejor versión de Matías Fernández y te hace sufrir viendo a Zamorano pegándole una patada a un árbitro. Te hace disfrutar una jugada mágica del Mago Valdivia y te hace sufrir su expulsión por reclamos.

Ser colocolino te hace celebrar en un clásico y te hace lamentarte no poder empatar con Palestino. Ser del Colo te hace enorgullecer por ganarle al Real Madrid, a Santos, por dejar eliminado a Boca y te hace sentir humillado por perder con Iberia, Deportivo Pasto o Delfín SC.
Ser colocolino es salir a la calle con la camiseta después de ganarle a la U, pero ser colocolino también es que todos se burlen de ti mientras te tomas tu café en el tazón del Campeón Hay Uno Solo.

 

Javier Silva

 

Tazón CC