Tenemos un nuevo técnico que, según dicen por ahí en la prensa, es muy trabajador y no tiene miedo a probar muchas variantes para solucionar un partido. Al fin, parece, que tenemos banca para sobrevivir más allá de la 8va fecha sin que las lesiones hagan que el equipo suplente parezca una mala imitación del equipo titular.
Lo lindo del fútbol es que se renueva cada año (O cada semestre, como en nuestro nefasta programación chilena). Un deporte en que no importa si el campeonato anterior estuviste bailando un sensual tango con el fantasma de la B, porque este nuevo año puedes ser campeón. No importa si el semestre anterior te comiste tonta goleada del archirrival, porque este año puedes vengarte con ganas y sin misericordia.
Cada torneo es como un nuevo día, donde puedes cambiar tu destino.
Lo que yo quiero para Colo-Colo es que volvamos a ser campeón, mantener la paternidad sobre la herradura roja en el Monumental y, casi tan o más importante que lo anterior, clasificar a una copa internacional, de preferencia Libertadores, y pasar octavos, cuartos y semifinal. Así. Tal. Cual. Y que todo lo anterior sea acompañado de estadios llenos de camisetas blancas y negras. (Rojas no, porque… Pues porque no.)
Pero no solo eso, sino que además que este rendimiento SE MANTENGA A LO LARGO DE LOS AÑOS DE UNA BUENA VEZ. Que ese sueño no sea un veranito de San Juan.
Me entusiasma el cambio de aire en el Monumental. Creo que nos reforzamos bien. No espectacular, pero bien. Al menos ya tenemos opciones en la banca, cosa que nos costó el campeonato que ganó ervuya, Cobresal y luego la UC, respectivamente. Así que imagino que levantemos una copa, que entremos pisando fuerte en plano internacional y, por sobre todo, que eso se mantenga hasta el 2018, mínimo.
Soñar no cuesta nada…