Por Fabián Valenzuela, panelista del ColoCoLeit y autor del libro «Datos Albos«.
En apodos no hay nada escrito, y Colo-Colo tiene un sinfín de nombres que han desfilado en el club, en el que su aspecto físico ha dejado recuerdos imborrables, incluso más simpáticos que algunos rendimientos en la cancha propiamente tal.
Desde los inicios del club han desfilado varios sobrenombres especiales: El “Chato” Subiabre que solo media 1.58 mts.; El “Montón de letras” Schneeberger, apodo del goleador lautarino dado su impronunciable apellido; y otros tantos apodos famosos que nos recuerdan mejor a los jugadores del club.
En 2004 cuando las contrataciones flamantes de Patricio Jamarne, síndico del club, llegaban al Monumental, los hinchas se peleaban para tomarse una foto con el trasandino Adrián “Carucha” Fernández, muy querido por los hinchas, pero que no tuvo mucha suerte dentro de la cancha.
El apodo “Carucha”, que hacía referencia a la prominente cara del atacante argentino, fue tan famoso que hasta el goleador chileno Joel Estay cambió su apodo de “Dinamita” a ser simplemente llamado “Caruchita”, por el gran parecido a Fernández.
Pero la historia nos dice que no es el primer “Carucha” de Colo-Colo, pues en 1986 un delantero brasileño llamado Renato Lopes Texeira da Silva llegó a Chile con un gran curriculum, en el que indicaba su sorprendente capacidad goleadora en el Sampaio Corrêa del fútbol carioca.
Al ser consultado por la prensa, su apodo no fue muy estudiado: “O Carão”, que en español significa “El Carón” y argentinizado es simplemente: “El Carucha”.
La participación de Renato en Colo-Colo no fue buena, y solo pudo convertir en una ocasión, el 19 de marzo de 1986, al anotarle al Everton del “Hueso” Basay y el “Fantasma” Figueroa, en la victoria 1-0 en el Estadio Nacional por Copa Chile, que era denominada Copa Polla Lan Chile.
Finalmente, la aventura en el Cacique de nuestro “primer carucha” terminó antes del inicio del torneo oficial.
Renato prosiguió su carrera en Brasil, y destacó con una gran campaña en el Bahía, titulándose Campeón de la Serie A del Torneo Brasileño 1988. Posteriormente quedó como ídolo del club Brasil de Farroupilha donde se coronó campeón y goleador de la Serie B del Campeonato Gaucho 1992.