14 de abril del 2016.
Cómo tantas veces llegábamos al último partido peleando la opción de clasificar. Un triunfo nos aseguraba estar entre los 16 mejores y jugábamos en casa. El arco sur del Monumental se cerró durante los 90 minutos y no pasamos del empate. Fuera nuevamente, como venía siendo la tónica. Como ya nos estábamos acostumbrando.
Pero una imagen llamó la atención al final del partido, Matías Zaldivia, el defensa argentino que había llegado en enero de ese año, lloraba afirmado del árbitro del partido. Llevaba solo 3 meses en el club.
1 de febrero del 2017.
Nuevamente Copa Libertadores, otra oportunidad de soñar con eso que nos venía siendo tan esquivo. Esta vez partimos de la fase previa, partido ida y vuelta, muere muere, todo o nada. En el primer partido de la llave, contra Botafogo en Brasil, Matías se corta el ligamento cruzado y comenzaba una larga recuperación. Pero nos dejó otra historia para ser contada: estuvo un par de minutos en cancha con el ligamento roto, hasta que el dolor le ganó y tuvo que salir. Finalmente quedamos fuera de la Libertadores 2017, sin siquiera alcanzar los grupos.
Colo-Colo tiene una larga historia de extranjeros en sus filas, unos que pasaron sin pena ni gloria, algunos desastres y otros que se volvieron leyendas. Los últimos, los imborrables, tenían algo especial, entendían lo que es Colo-Colo, su historia, lo que significa. Que el “de atrás pica el indio” significa no darse por vencido, aunque las cosas sean adversas. Que la antorcha inmensa de gloria tiene que seguir viva, porque ilumina a miles de personas que buscan refugio en un club que es de la gente, del pueblo, del esforzado, del flaite, del obrero.
Ayer Matías Zaldivia sacó todo, peleó todo, corrió todo, porque había que clasificar. Porque se lo merecía él y todos los colocolinos. Porque había que dejar atrás los llantos y el dolor. Porque él la picó de atrás y volvió aún mejor que antes de la lesión. Porque sabe la alegría que nos entregaron, porque es la misma que ellos sintieron. Porque sabe lo que es Colo-Colo y de corazón espero que sea ese refuerzo que llegó resistido y que se convirtió en un imborrable.