Columnas Olrai

ByN no se va

Por Diego González, panelista del ColoCoLeit.

Ayer la Sociedad Anónima que controla el club de Arellano, volvió a sorprendernos a todos con una decision estúpida, como si ya no hubiese cometido varias: nombrar a Gabriel Ruiz-Tagle como presidente de la concesionaria.

El señor Ruiz-Tagle fue comprobado artífice de la colusión del papel tissue, por culpa de él y otras ratas igual de asquerosas que él, estuviste pagando de más por un producto básico para tener un estilo de vida medianamente digno. Además, tuvo un notorio conflicto de interés, cuando durante el primer gobierno de Piñera era subsecretario del deporte y al mismo tiempo, director de ByN S.A., empresa que ejerce su rubro en la actividad que él mismo debía supervisar. ¿Le parece suficiente? Pues, hay más: Tuvo nexos económicos con la Garra Blanca, actividad explícitamente prohibida y por la que Colo-Colo podría haber sido fuertemente castigado, con multas y hasta un posible descenso a 2a división. Solo con ese prontuario, cualquier cabeza medianamente funcional hubiese llegado a la conclusión que don Gabrielito es una persona despreciable, que adora caminar por la línea de lo ilegal, sin escrúpulos, que debiera estar alejado de la vida pública y ser incapaz de jugar al trompo, porque muy posiblemente haría trampa. Pero, sin dudas, los accionistas de ByN S.A. son incapaces de hacer funcionar su cerebro.

Con toda la rabia que nos generó esta decision de los que controlan al Popular, con el pasar de las horas, llegué a una conclusión: estaba dentro de los planes que esto podría pasar. Con la actual ley de Sociedades Anónimas Deportivas, creadas por Sebastián Piñera cuando era senador, es muy posible que por el solo hecho de tener plata, cualquier adorador de Satanás, cualquier Mister Burns, cualquier bestia sin consciencia y de moral más flexible que borracho hiperlaxo, podría llegar a dirigir la institución más noble de este país: Colo-Colo.

Hoy es Gabriel Ruiz-Tagle, en unos años más podría ser Donald Trump, Kim Jong Un o Andrónico Luksic. No importa tu currículum, no importa si sabes quiénes fueron los 11 titulares que entraron a jugar la final de la Libertadores con Olimpia, da lo mismo si eres de la U, nadie te va a preguntar si le pegas a tu señora/marido, lo único que importa es que tengas plata. Nada más. Y así va a ser por los siguientes 20, 30 o 50 años.

El contrato con Blanco y Negro S.A. termina en algunos años y quizás el CSD Colo-Colo no renueve su contrato y nosotros, ingenuamente, celebraremos, porque «se fue Blanco y Negro, al fin». Pero llegará otra empresa, con otro nombre, quizás «Caciques S.A.», con empresarios tan manchados como Ruiz-Tagle, sin conocimiento de la importancia de Colo-Colo en la vida de Chile, con directores que sean hinchas de la U y nosotros tendremos que quedarnos de brazos cruzados, porque los socios e hinchas no podemos hacer absolutamente nada, porque la ley que regula el fútbol chileno, prohibe que cualquier otra persona jurídica, que no sea una Sociedad Anónima Deportiva, pueda administrar a un club de fútbol. La ley, cuyo autor ya mencioné, entiende que la única motivación para los clubes que les permitiría ser exitosos, es el fin de lucro. Que la única manera para motivar a una persona a invertir en Colo-Colo y su éxito deportivo, es la esperanza de obtener un jugoso saldo a favor a fin de año y echarse esos números verdes al bolsillo. Pero los que amamos este deporte, sabemos que eso no es todo.

Hoy es Ruiz-Tagle. Mañana será Mister Burns. Esta es una batalla perdida, por lo que no sacamos nada con hacer un hashtag «FueraByN», porque mañana llegará otra empresa similar, con los mismos vicios que la actual. Lo que DEBEMOS hacer es seguir empujando la reforma que se discute en el Poder Legislativo a la ley de Sociedades Anónimas Deportivas, para que no solo las empresas con fines de lucro puedan manejar un club, sino que también una Corporación tenga la posibilidad de hacerlo o bien, una asociación igualitaria entre Socios y Empresarios.

Que se rechace esa reforma legal es la derrota que no debemos aceptar.