Columnas Olrai

Equipo grande NO desciende

Columna de EnSerioGuaton Panelista Olrai

Ayer preguntaban si el 17 de febrero generaba algo por lo sucedido el 2021, mi respuesta fue NADA, pero en la calma de la noche esa que nos hace pensar una y otra vez en el futuro incierto, en la incertidumbre de la mañana, en el temor de que la vida devora y no perdona me di cuenta que ese nada era una respuesta real pero con matices, porque el 17 de febrero en particular no me genera nada, pero si durante cualquier día del año pienso que no olvidaré jamás lo que viví y sentí desde el 14 de febrero con ese fatídico penal, pasando por la caravana y por el pitazo final en Talca. Es imposible no pensar en todo lo que pasó esos días, como el corazón se fracturó en mil pedazos, un puñal caló hondo, pasamos por un luto que esa caravana nos dio una nueva sensación, nos hizo entender que somos Colo-Colo, Club social y deportivo, el más grande de Chile.

Ese 17 de febrero entre prohibiciones de abrir restaurantes por la situación sanitaria, en pleno litoral salimos a buscar un lugar donde ver el partido, daba igual la multa, había que estar, escucharlo no era opción, ahí con mi viejo con pocas lucas, dos camisetas y una ansiedad notoria encontramos en el borde costero un restaurant «cerrado» pero lleno de colocolinos, unos metros más allá en una plaza mi madre, hermana, sobrino todos colocolinos no queriendo saber nada del partido, pero era imposible, el país respiraba esos 90 minutos, el 50+1 nervioso, las minorías ansiosas por vernos caer, y ahí estábamos todos, frente a una tele, un estado vacío y un nerviosismo terrible. Gol del pibe Solari, calma, había que mantener, minuto 90′ llaman del Var, no podía ser de nuevo, nadie entendía que pasaba, con mi viejo ya fuera del restaurant, no veíamos nada, ya no podíamos, los nervios solo nos hacían estar pegados a una radio, a la antigua. La calma vuelve cuando el relator informa la expulsion del rival, un minuto más, pitazo final, no hubo gritos, solo desahogo, abrazo con mi viejo, llanto en la costa, un abrazo que sacó toda la mierda de ese año, el encierro, la desesperación, y la puta vida que nos hacía sufrir. Una última caminata eterna para re encontrar a la familia, y solo abrazarnos todos en un mismo llanto de alivio para decir, nos salvamos, nos salvamos.

Hoy la vida nos encuentra en otra vereda, defendiendo un campeonato, ilusionados nuevamente por una copa internacional (quizá sin opciones, pero el amor es ciego) y yo solo puedo pensar que el 17 de febrero no me genera nada, nada que no me lleve a la misma respuesta:

Que Colo-Colo es mi vida, mi sapara, es esa calma de la vida, es esa ilusión de que durante 90 minutos y poquito más la vida se vuelve un poquito más linda, es ese sueño de niños que jamás muere, es mi familia, es ese abrazo que demuestra que el club y la familia son un lazo permanente de indestructible unión, porque no solo somos el más grande si no que somos el ÚNICO GRANDE DE CHILE, PORQUE EQUIPO GRANDE NO DESCIENDE.