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La muerte del fútbol

[COLUMNA] por Diego Jorquera

El fútbol -en su esencia- es entretenido, principalmente porque no tiene pausas, es inmediato, porque es una lucha -o una anti resignación- a no someterse ante el tiempo, al reloj que suma y suma segundos, sin detenerse ante lo que sea que esté pasando dentro del campo.

Por esta – y otras razones más- el VAR (video assisted referee) es una aberración para todos aquellos que vibramos con este deporte y gozamos de él, con errores arbitrales incluídos, ya que entendemos que estos son humanos y además parte del juego.

Este invento, de personas que asisten a los estadios de traje y corbata, que no gritan los goles, sino los aplauden, que gozan de mirar el partido sentados. Este invento, se puede usar en cuatro situaciones: Penales, expulsiones, confusiones de identidad y goles.

Esta última, el objetivo máximo de cualquier partido disputado o por disputarse, se ve altamente perjudicada por el intento de implementar tecnología a algo que en su esencia no lo es. El fútbol jamás ha sido tecnologico en sí mismo y probablemente no lo será.

Sí, es verdad que ahora hay mejores pelotas, zapatillas aerodinámicas y camisetas que mantienen secos a los deportistas, pero desde finales del siglo XIX el deporte más lindo del mundo se juega de la misma manera: Con los pies, y el que hace más goles en 90 minutos gana.

Mirando el partido en la casa de mi abuelo, con mi papá y mi tío, grité el “gol” de Vargas en el primer tiempo como hace tiempo no gritaba un gol. Razones me sobraban. Era el debut de Chile en este torneo histórico, era un duelo apretado y las oportunidades creadas habían sido más que suficientes, por eso, cuando la pelota tocó la red fue una explosión sagrada, un desahogo, un grito, lleno de emoción, de euforia y de instantaneidad, que lamentablemente duró pocos minutos.

Es verdad que el gol estuvo bien anulado, pero la forma no es la correcta. No puedes dejar que la gente celebre, en sus casas, en el estadio, o por la radio, que el árbitro señale con su mano a la mitad de la cancha y dos minutos más tarde decir que no vale, que no celebren, que no canten, que no griten que no se abracen. No es puede.

En ese momento sentí que un poco del fútbol se murió, tanto así que el gol de Arturo no lo grité. No lo grité porque estaba triste, porque la FIFA tiñó de negro lo que fue un debut con victoria, porque ahora cada vez que la pelota cruce la línea de gol en esta Copa Confederaciones tendré que esperar minutos para saber si celebrar o no. Porque de alguna manera se las arreglaron para que el fútbol dejara la emoción instantánea de lado, convirtiéndose en un deporte que no es.

El gol en último minuto lo grité a garganta desgarrada, enojado por el anulado en el primer tiempo, enojado por no haber gritado el 1-0, pero de nuevo, otra vez, el VAR apareciendo para destruir la ilusión, para hacerte esperar, para mirar la tele y sacar la alegría al grito sagrado que todo hincha anhela.

En su esencia la repetición del vídeo no es mala, tiene buenas intenciones y busca dar justicia, pero lo que no entienden los hombres de traje, millonarios que no vibran con esta pasión, es que el hecho de que un árbitro se equivoque, o que el línea no levante la bandera cuando tenía que haberlo hecho, no significa que sea injusto, sino que es simplemente fútbol y es parte del juego.

Imaginen un mundial con esta tecnología, en el último minuto del alargue, esperando para saber si el jugador estaba en off-side o no. Imaginen una champions en el minuto 90+7 con el Camp Nou lleno, esperando para saber si Sergi Roberto hizo falta camino al gol. Imaginen un fútbol sin la Mano de Dios, porque alguien decidió que la jugada tenía que revisarse a mitad del partido.

No es tenis, no es el Super Bowl, es simplemente fútbol.

El deporte más lindo del mundo comenzó a morir hoy, ante un cambio que por el momento no es definitivo. Mi preocupación, dentro de las muchas otras que pueden haber hoy, es que nuevas “normas” y “leyes” se piensan “para mejorar” este juego cada día y se presentan ideas en cada convención.

No se puede reinventar la rueda. El fútbol nunca ha estado en crisis -dentro de la cancha- pero ahora se es comenzando a andar por ese camino, uno que deciden hombres de corbata, que aplauden los goles y no son hinchas; ni siquiera espectadores.

Me gustaría que la FIFA hiciera un votación abierta en internet, donde cada seguidor de este deporte pudiera votar por estas decisiones que plantea implementar para mejorar algo que nadie ha pedido. Porque si ahora no solo me van a robar en el precio de las entradas, camisetas o mundiales, sino que también le quitarán la emoción, pasión y esencia a una de las cosas que más amo en el mundo, me gustaría poder hacer algo al respecto.

O por lo menos me gustaría intentarlo.