Colo-Colo venía con la confianza de dos grandes alegrías. En solo 4 días había salido victorioso del superclásico y había conseguido, a pesar de perder, el paso a cuartos de final en la Copa Libertadores, después de 21 años.
Con ese antecedente, de estar entre los ocho mejores del continente y sabiendo que la UC, otra vez, había enredado puntos, llegábamos a Viña con la idea de terminar una semana perfecta y acercarnos a solo 6 puntos del puntero. Pero lo que se vivió en la cancha del Estadio Sausalito tuvo de todo, menos alegría. A los 15 minutos ya perdíamos 1-0 y 8 minutos después volvíamos a sufrir por desinteligencias en defensa y quedábamos 2-0. Mientras intentábamos despertar y perdíamos algunas ocasiones, cayó el 3-0. Los 3 de Patricio Rubio. Antes de irnos al descanso logramos acortar con un gol de Esteban Paredes (el 208).
El segundo tiempo no fue mucho mejor. Un equipo sin ideas, y sin físico, que no respondía a las expectativas y que se veía muy superado por el colista del torneo. En la búsqueda y en el desaprovechar las que tuvimos, llegó el 4-1, otra vez de Patricio Rubio, y la sentencia del partido. Finalmente, Paredes hizo su segundo personal (209) y selló un 4-2 que nos demuestra que, a pesar de lo que ha logrado este plantel, hay que trabajar mucho en la conformación para el 2019.
Ahora, a esperar el próximo partido, que recién es el 20 de septiembre, contra Palmeiras, en el Estadio Monumental.