[LIBERTADORES] Mucho se dice de la altura. Y es fácil hablar desde un sillón mirando el mar. Se dice también, y se sabe, que los argentinos le tienen un miedo pavoroso a jugar en La Paz. Algo así le pasó al equipo y a los hinchas. Un equipo miedoso, sin aire, arropadito, haciendo su pega. Y un hincha, sentado con un shop en la mano, exigiendo que Colo-Colo jugara como Colo-Colo.
Así las cosas, se aguantó bien ordenados hasta que una jugada desafortunada de Barroso terminó en penal para los bolivianos. Lo raro fue que Arce se resbaló y le pagó a la pelota dos veces. El árbitro, reguleque para abajo, se hizo el weón y para evitarse un problema mayor validó el gol.
Gracias al cielo, en unos minutos, Octavio Rivero, el que mostró mayor resistencia a la altura, clavó un derechazo y logró el empate. Inmerecido, porque Colo-Colo mostró casi nada en ofensiva.
El segundo tiempo fue un gran aguante. Bolívar quería ganar y Colo-Colo no quería perder. En ese contexto, resultamos ganadores. Nos vamos con un punto que ojalá el tiempo diga que fue de oro.