Muchos se preguntan el porqué del nombre del equipo que enfrentará a las Albitas en la final de la Copa Libertadores. Aquí una «explicación bastante explicativa» de lo que pasa. Todos los días se aprende algo nuevo.

Como una forma de impulsar el desarrollo del futbol femenino («y para qué», se preguntará usted), existe la regla de que no se puede participar en la libertadores masculina sin tener un equipo de futbol femenino. Así se espolea a los clubes a ponerle ojo a esa parte de su desarrollo, tal como lo hacen con la iluminación o el aforo de sus estadios, o los minutos de sub20 en cancha en el torneo local.

Pues bien, cuando ciertos clubes ya van a full en el fútbol masculino (valga la redundancia) pero no se han preocupado jamás del femenino (valga la redundancia) cortan por lo sano y se acercan a cualquier club chico ya creado, pero existente y le ofrecen irse mitimota. Pasar a ser la rama deportiva de esta organización con mayor respaldo e infraestructura, con tal de que sean parte de su club. Frente a eso, hay clubes enteros que juegan de contrabando, otros se fusionan, como es una tradición de larga data en este deporte, en que la inmensa mayoría de los clubes del mundo son la fusión de dos clubes más chicos. Pero para que el equipo masculino siga estando relacionado con el femenino, debe mantener el nombre del masculino.

Entonces, en vez de fusionar clubes para dar con una institución nueva, como Coquimbo Unido. tenemos la fusión de dos nombres, el equipo original, formado a puro ñeque, y el equipo que desde el profesionalismo apoya al desarrollo del deporte femenino porque así lo indica la autoridad.

Álvaro Campos.