[LA RUTA DEL FÚTBOL] Cada vez se hace más difícil convencer a la mamá de Relatorcín que nos acompañe a una nueva parada de La Ruta del Fútbol, pero esta vez le tocamos un punto débil: su amor por los animales.
¿Y si vamos con los niños al zoológico de Rancagua?
Lunes feriado y partimos provistos de sánguches de jamón con queso, muchas galletas y bebidas personales rellenas con jugo Livean Light. La idea era llegar puntualmente a las 11 de la mañana cuando empezaban a vender las entradas para el impresionante safari con los crueles e irracionales leones. Al llegar, nos dimos cuenta que cientos de familias pensaron lo mismo. Una hora de cola tuvimos que aguantar para por fin gozar del Parque Safari, África en la Sexta Región, una tierra de aventuras insospechadas, donde el riesgo y la naturaleza se funden en un abrazo mágico y adrenalínico. Relatorcín, por más que intentó medir menos de 90 centímetros para no pagar su ticket, no pudo. Nuestro turno del safari con leones: 13h00. ¡Qué miedo!
Para ser sincero, el zoológico de Rancagua nunca saldrá en un ranking de los mejores zoológicos del mundo. Ni de América. Ni del cono sur. Un leopardo dormilón arriba de un jeep oxidado, un papión que come Súper 8, un oso que como ya no anda en bicicleta perdió toda su gracia, algunas gallinas, tres perros, un par de liebres grandes, unos juegos con puentes de madera y un pavo real eran los atractivos principales que se podían disfrutar con la entrada general. Todo lo demás, había que pagarlo extra: safari con herbívoros (una cebra herbívora, una jirafa herbívora y algunos perros herbívoros), paseo en trencito, carrusel corroído, tirolesa, juegos inflables entre otras muchísimas sorpresas más.
13h00. La hora de la verdad. Abordamos el camioncito con reja para adentrarnos en el ansiado safari. Leones furiosos y hambrientos nos esperarían buscando despedazar el vehículo y comerse a sus tripulantes.
13h10. “¿Y los leones, papá?”. “Creo que allá vi uno”, le miento.
13h20. “Los leones están flojitos”, dice la guía y termina el llamado tour fotográfico. Una monja preparando unos quequitos de vainilla da más susto que los leones de Rancagua. Obviamente si los felinos están comiendo desde temprano, a la una de la tarde no están ni ahí con acercarse al jeep a buscar nada.
Comimos los panes, tomamos los jugos, nos lamentamos de haber comido todas las galletas en el auto y luego de algunos resbalines, nos fuimos. Debíamos ir donde una amiga de la mamá de Relatorcín que vive en Requinoa. El trato fue ese. Mientras nosotros íbamos al estadio, ella y Reguatoncín se quedaban allá.
La casa de los amigos, un castillo. Un castillo adornado por 4 pequeñas princesas, vestidas de princesas listas para Halloween. Anfitriones de lujo.
Nos fuimos raudos y llegamos justo al Parque Estadio El Teniente. Otro lujo. Nos atendieron de maravillas, creyeron que Relatorcín aun tenía 6 años para entrar gratis, nos desearon suerte y nos indicaron gentilmente donde ubicarnos. Hicieron vista gorda a la leche que llevábamos y apenas revisaron el maletín que tenía un sinfín de artículos electrónicos llenos de pilas y posibles objetos contundentes. Así debe ser.
¿El partido? Un clásico. O’Higgins, el representante de la región recibía al internacionalmente poderoso Palestino. Buen fútbol asegurado. El equipo del profe Arán y la maquinita del profe Córdova.
Ante la sorpresa de todos, al ritmo del camello, Palestino se puso en ventaja de dos a cero. Los hinchas increpaban a su arquero, aunque éste haya sido en algún momento seleccionado nacional. La mayoría pifiaba y se desconsolaba mirando cómo los tetracolores manejaban el partido sin ninguna complicación.
Así, hasta 10 minutos antes del final. Los celestes se aplicaron, se concentraron y en un acto de rebeldía dieron vuelta el partido, marcando el 3 a 2 cuando ya se acababan los 5 minutos de descuento. Algarabía total. Pasión sin límites. Emoción desbordante. Como fieros leones los rancagüinos le doblaban la mano al destino y celebraban un triunfo hasta hace 15 minutos impensado. Los más creyentes le agradecían a los 16 de Rancagua (hinchas víctimas de un accidente carretero) por este milagro.
Lo malo fue que nuestro contacto, el ayudante técnico del DT de Palestino -papá del colegio de Relatorcín y compañero mío en el equipo de apoderados- seguramente estaría emputecido por lo sucedido dentro de la cancha, por lo que preferimos no llamarlo ni pedirle que nos dejara conocer y fotografiarnos con los jugadores.
Lo bueno fue que mi bendita credencial nos abrió las puertas de la conferencia de prensa y del sector donde salían los jugadores. Resumen: una hora tomándonos fotos con los cracks. Pasados, presentes y futuros cracks. Rancagüinos y palestinistas, incluido el árbitro, que miró con asombro a Relatorcín cuando le pidió sacarse una foto con él.
Ya de vuelta y con nuestra memory stick llena de recuerdos, partimos en busca del resto de la familia a Requinoa. El papá del castillo, no acostumbrado a la presencia masculina en su casa, nos trató como reyes y nos invitó a jugar play station con un proyector que alumbraba la muralla, donde Paredes casi se veía de tamaño natural.
Nos trataron espectacular. Los niños comieron y se llevaron dulces de Halloween. Y cuando se aprestaban a darnos comida a nosotros, le dijimos no gracias. Ya era tarde y la vergüenza nos desbordaba.
Un gran taco de camino a Santiago sirvió para que Relatorcín y Reguatoncín se durmieran. Antes de llegar pasamos por una famosa pizzería. Pedimos lo que pedimos siempre y lo llevamos a la casa. Este día de leones no podía terminar sin una Leona.
Parada 4 de la Ruta del Fútbol: Parque Estadio El Teniente, Rancagua.
Puta las columnas pa’ buenas. Hace rato lo sigo en Twitter pero ahora me aventuré a ver su web y tiene contenido re bueno. Lo felicito, lo felicito por la web, lo felicito por el contenido de esta, lo felicito por su profesión y lo felicito por una linda familia, futbolera y aperrada, por cierto. Intenten aventurarse al Fiscal de Talca o al Sausalito, ambos equipos locales están jugando bien últimamente, espectáculo asegurado. Un abrazo, don Relator, a usted y a los peques. ¡Saludos!
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Muchas gracias por sus palabras, Gonzalo! Me entró una pelusita al ojo. Al Sausalito, seguro iremos luego. A Talca está un poco más complicado, pero la idea es ir. Saludos!
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